Juan Carlos Marcos: El Arte en Constante Evolución
Para Juan Carlos Marcos, el arte no es una disciplina: es una forma de estar en el mundo. Su universo creativo nace de la convergencia entre fotografía y pintura, dos lenguajes que ha ido entrelazando desde la infancia. Creció rodeado de pinceles, pigmentos y silencios compartidos con su padre —también pintor— y con las salas del Museo del Prado como escenario de descubrimiento.
A los 16 años, la cámara le reveló una nueva manera de mirar. Desde entonces, la fotografía se convirtió en su compañera de viaje. Se formó en técnica analógica, aprendiendo a revelar en laboratorio, a leer la luz y a encontrar belleza en lo invisible.
Su obra ha sido publicada y expuesta en distintos espacios, pero para él, el verdadero recorrido está en las imágenes que hablan por sí solas. Además de su trabajo personal, ha colaborado con agencias, revistas y patronatos de turismo, aportando una mirada que busca siempre transmitir emoción y autenticidad.
Cada obra nace de una pausa. Juan Carlos no persigue la realidad, sino aquello que vibra detrás de ella. Camina, observa, espera. La intuición guía cada encuadre, cada gesto, cada silencio.
Antes de la técnica, está la emoción. Antes del disparo, está la mirada. Trabaja con la naturaleza como aliada: el mar que respira, el bosque que recuerda, la luz que se insinúa. No registra lo que ve, sino lo que siente.
Su proceso creativo no termina en la fotografía. También se transforma en pintura. Allí, el trazo reemplaza al obturador, el pigmento a la luz, y la superficie se convierte en espacio emocional. Sus pinturas decorativas de autor no buscan ilustrar: buscan evocar. Son una prolongación de la misma mirada, una forma distinta de suspender el tiempo.
Cada pieza es un flujo de conciencia visual, una improvisación donde formas y colores se entrelazan de manera instintiva. Una exploración de los contrastes del mundo, con el único propósito de capturar su esencia más profunda.
Juan Carlos invita al espectador a un viaje que va más allá de lo visual. Una búsqueda por el alma del mundo, por la emoción que habita en cada sombra, cada trazo, cada silencio. Porque para él, el arte no se contempla: se respira.
Cómo Nacen Estas Imágenes
Mis fotografías no capturan un instante: capturan varios.
Trabajo con múltiples exposiciones superpuestas, una técnica donde distintas tomas se fusionan en una sola imagen. Es como si el tiempo se doblara sobre sí mismo, permitiendo que coexistan momentos que nunca coincidieron en la realidad.
Una hoja que tiembla. Un reflejo que cambia. La luz que se desplaza milímetro a milímetro. Todo se registra, se acumula, se entrelaza.
El proceso es intuitivo y artesanal. No hay fórmulas. Cada imagen exige su propio ritmo, su propia respiración. La imágenes nacen de dos, tres o múltiples exposiciones Voy construyendo capas de luz y textura hasta que la imagen encuentra su voz.
El resultado es fotografía pictórica: imágenes que parecen pintadas por el movimiento, por el viento, por el agua. Cada obra es única, irrepetible. Incluso si volviera al mismo lugar, jamás podría recrear exactamente la misma pieza.
Es mi forma de pintar con la cámara. De suspender el tiempo sin congelarlo. De mostrar que la realidad contiene infinitas versiones de sí misma.
Si alguna obra te inspira o deseas conversar sobre formatos, disponibilidad o propuestas para espacios, estaré encantado de atenderte personalmente.